Introducción

La impresión 3D ha revolucionado la manera de como se materializan los diseños digitales al convertirlos en objetos físicos que pueden ser tocados por lo seres humanos. Esta nueva tecnología ofrece ventajas como la personalización de objetos y la capacidad de crear diseños únicos de acuerdo a las necesidades del usuario.

Además, la impresión 3D es económicamente más viable que los métodos tradicionales que se usan en el campo de la manufactura, al eliminar costosos moldes. Aunque no reemplaza completamente los métodos tradicionales, la impresión 3D se presenta como una herramienta complementaria y poderosa para la industria.

Primeros intentos fallidos

La década de los años 80 va a ser un período clave para la historia de la impresión 3D. Y lo hace en un momento complicado, pues estamos en una época donde todo el mundo piensa todavía en 3D (ni siquiera ha llegado todavía el boom de la fotografía digital).

En el año 1981 se presenta la primera patente relacionada con la impresión 3D. El proyecto estaba dirigido por la investigador Hideo Kodama, del Instituto de Investigación de Nagoya. Kodama pretendía crear piezas sólidas mediante el endurecimiento de una tina de fotopolímero con luz UV.

El proyecto de Kodama nunca llegó a desarrollarse, y no fue el único en correr la misma suerte. En Francia, Alain Méhauté trabajaba en Alcatel haciendo réplicas de piezas geométricas con formas fractales. Dada la dificultad de la tarea, Méhauté trató de idear una manera de producir piezas complejas de forma más rápida y sencilla.

Le Méhauté decidió compartir su problema con Olivier de Witte, un amigo que trabajaba en una subsidiaria de Alcatel. De Witte era experto en el trabajo con lasers, y descubrió que determinados líquidos podían ser curados con láser.

Con su idea de polimerización por láser entre manos, Le Méhauté y De Witte fueron a ver a su amigo Jean-Claude André, quien trabajaba en el French National Center for Scientific Research (CNRS). Aunque André mostró su apoyo al proyecto, el CNRS nunca lo aprobó. La razón fue que consideraban que no tenía suficientes áreas de aplicación.

El nacimiento de la impresión 3D

Los primeros años de la década de los 80 estuvieron marcados por proyectos que fracasaron o no llegaron a buen puerto. Pero abrieron las puertas a que otros, con ideas más perfeccionadas o más dinero, pudieran seguir su estela.

Es a partir de 1984 y, sobre todo, durante la segunda mitad de los 80, cuando se precipitan los acontecimientos que propician el nacimiento de la impresión 3D como industria. Durante estos años se crean las primeras patentes y empresas. Nacen oficialmente las tecnologías de impresión 3D SLA, SLS y FDM.

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